Rebobinador de cintas de vídeo VHS, el paso previo y obligatorio a la digitalización
Cuando nos llegan cintas de vídeo para digitalizar, y especialmente si están en formato VHS, VHS-C (más pequeñas y utilizadas en videocámaras), o S-VHS (profesionales), el primer paso para nosotros es introducirlas en un rebobinador, avanzarlas hasta el final, y posteriormente rebobinarlas hasta el principio.
El fin de esta acción es que la cinta se «suelte» ya que en muchas ocasiones con el paso del tiempo, y sobre todo si han estado almacenadas en sitios con humedad, se encuentran «pegadas» o «apelmazadas» y cuando se introducen dentro del aparato reproductor de vídeo, y son enhebradas en el mecanismo de arrastre y en los cabezales para su reproducción, se corre el riesgo de que se partan en el interior con todo lo que ello conlleva.
Cuando las introducimos en el rebobinador no se produce ese enhebrado, ya que el sistema lo único que hace es enrollarlas en el lado derecho de la cinta cuando se avanza, o en el lado izquierdo cuando se rebobina, de manera que prácticamente no hay resistencia.
De esta manera se reduce considerablemente, aunque no al cien por cien, el riesgo de rotura a la hora de introducirlas en el vídeo para proceder a su digitalización.
Además después de este proceso tan simple, pero que lleva su tiempo, las cintas van más fluidas, y se evitan «tirones» y fallos en el momento de la reproducción.
En cintas grandes, las VHS de 180 o 240 minutos, incluso llegamos a repetir el proceso para obtener mejores resultados.